Marzo 27 de 2010

EL OFICIO DEL MAESTRO

Para iniciar nuestra reflexión citamos la opinión del rector de la Pontificia Universidad Javeriana, Gerardo Remolina Vargas, quien en el texto de presentación del libro de Fernando Vásquez Rodríguez, Oficio de maestro, sostiene que:”El conjunto de meditaciones, ágiles y profundas, que nos ofrece el autor del presente volumen, son una muestra de complejidad y riqueza de los aspectos que constituyen el ser maestro. Las páginas de la obra describen no solo el “oficio” del maestro, sino también el ambiente, la cultura, las habilidades y los medios que debe tener en cuenta quien desempeña este oficio. Así, por ejemplo, los elementos que entran en juego en el proceso educativo: la poesía, el arte, la lectura, la escritura, la comunicación, la palabra, el cuerpo, los sentimientos, el testimonio y el ejemplo”. En este sentido, nos apoyamos de este pensamiento que recoge de manera general el contenido del texto y a partir del cual daremos a continuación nuestro punto de vista.

La labor del maestro como una empresa compleja y rica, que le demanda a quien decide emprenderla, un compromiso inmenso al tratar de responder diferentes interrogantes entre los cuales vale la pena mencionar: ¿soy un trabajador social, un trabajador de la cultura, un facilitador de aprendizaje o un pedagogo?, ¿en mi labor debo privilegiar la formación en los saberes?. Teniendo en cuenta los planteamientos socializados durante la plenaria, llegamos a las siguientes conclusiones que pretenden responder dichos interrogantes:

*Actualmente el educador debe tener de todo un poco, ser consciente de su labor social para no solo privilegiar la adquisición de conocimiento (que al final de cuentas cada estudiante acudirá a él con mucha facilidad según sus necesidades personales), sino ser garante de la excelencia humana, buscando erradicar el analfabetismo en cuanto a la convivencia, la tolerancia y el trato con el otro.

*El maestro debe planificar su labor, teniendo en cuenta que de su trabajo depende la vida del estudiante, también salvaguarda la cultura y concibe su carácter humano desde un punto de vista humilde en el que entiende que no es un mesías y que no tiene la última palabra, por el contrario enseña a aprender, sin dejar de lado las necesidades actuales de sus estudiantes.

*Como profesores está en nuestras manos rescatar desde nuestras posibilidades la moral, que desde la familia como núcleo fundamental de la sociedad y gracias a la cultura de consumo se ha transformado vertiginosamente en un modelo cada vez más egoísta.

*Es necesario reconocer el valor de lo tradicional, no para aferrarse a él de forma compulsiva, sino para volverlo innovador, reconociendo la importancia de los avances tecnológicos que se están dando en Latinoamérica; sin caer en un consumismo desmedido que lleve a comprar aparatos de última tecnología sin tener en cuenta el recurso humano capaz de optimizar su uso.

En cuanto a los elementos que entran en juego en el proceso educativo, podemos afirmar que la comunicación y el uso del lenguaje son aspectos imprescindibles en el proceso educativo, además el maestro debe apropiarse y desarrollar competencias argumentativas, discursivas, escritural y lectora que a su vez serán en conjunto la mejor manera de llegar a los estudiantes, pues es imposible dar de lo que no tengo o desarrollar en otro habilidades que ni siquiera nos hemos preocupado por desarrollar en nuestro quehacer. Por esto recordamos que no se aprende a leer, a escribir, a argumentar por osmosis o por contagio como si fuera un virus, todas estas destrezas se desarrollan en la medida que sean reforzadas en un proceso inacabable que le corresponde al docente asumir.