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jueves, 25 de marzo de 2010

Marzo 20 de 2010




LA OPCIÓN DE EDUCAR

Dentro del inmenso campo de alternativas profesionales, al que nos enfrentamos en un momento determinado, cuando debemos escoger el mejor camino u opción que más se ajusta a nuestras capacidades, es importante tener en cuenta que quien elige la profesión de educar, debe ser consciente de las aptitudes que se requieren para ejercer dicha profesión que al final de cuentas no es para “muchos”, sino para “machos”. De ahí que se deba tener una verdadera identidad como maestro, reconocerse como responsable de los estudiantes que llegan a sus manos, asumir las consecuencias sociales e individuales al enfrentar la labor de esculpir, pulir, sacar la imagen que considera a partir del material que tiene y así descubrir los talentos que cada educando posee. Sin olvidar que la materia prima que llega a sus manos, es un ser humano, con una historia previa, con debilidades y fortalezas; de quien se puede lograr un resultado exitoso o convertirlo en un desastre total sino se actúa con el tacto y con la medida precisa.

En consecuencia al decidir ejercer esta profesión, también se asume el peso de la vigilancia constante por parte de la sociedad, quien cuestionará, evaluará, señalará todas las actitudes del educador en todas sus dimensiones; muchas veces olvidando que es un ser humano y poniendo entre dicho su ejercicio docente. Ante este panorama, aparentemente desolador, quien asuma esta profesión requiere de la locura necesaria para no perder la capacidad de ver en ella el poder de efectuar un verdadero cambio; sin perder la esperanza y el optimismo frente a lo que hace, creer que es posible alcanzar una sociedad mejor poniendo en este propósito un candor calculado que le permita encontrar la medida justa para no confundir el ser optimista con el ser ingenuo. Recapitulando, un poco de locura mezclada con candor hace la medida exacta para enfrentar con amor el oficio de ser maestro. Agregando a lo anterior, el docente no se debe permitir ser indiferente frente a la “realidad” de los estudiantes, es necesario tener en cuenta sus diferencias individuales, cómo reaccionan y asumen determinada situación de aprendizaje; manejar la frustración que le puede provocar al docente reconocerla y que exige un esfuerzo inalcanzable que involucre buscar la manera de llegar a él y entender su ritmo de aprendizaje, sin caer en situaciones de indiferencia hacia el proceso de los estudiantes, olvidando que haga lo que haga su labor tiene una influencia en ellos.

“Es responsabilidad del educador provocar el deseo de aprender”, el niño aprende buscando respuestas a las preguntas que se formulan, es necesario restituir esto a la escuela, un saber vivo, es decir un saber que no está osificado, sino un saber dinámico que aporta algo. Es un saber que rige el deseo de aprender cada día más. El aprendizaje genera nuevas preguntas y el objetivo de los educadores es hacer cumplir la dinámica de este ciclo. Todo esto sin caer en la trampa que imponen algunos estudiantes al persistir en el fracaso, después de todo un esfuerzo del maestro por hacerlo comprender, tenga en cuenta, los educadores son escultores, pero no es lo mismo trabajar con cedro que con triplex .Tampoco caiga en la trampa de perder su naturaleza humana al exigirse y entregarse de cuerpo y alma, veinticuatro horas al día, siete días a la semana, al propósito de ser maestro; dejando a un lado todo aquello que lo remite a su humanidad y lo ubica en su realidad personal.

En síntesis se debe pretender que la labor del docente sí es posible, aunque muchas veces no se obtenga el reconocimiento o incentivos que se creen merecidos, pero que se obtienen en la satisfacción socavada del deber cumplido en la realización de los proyectos.

2 comentarios:

  1. La educación no es para muchos sino para machos!!! Eso está bien!. Porque se necesita mucha astucia para no caer en juegos peligrosos en la docencia, distinguir los límites entre tolerancia y permisibilidad, entre apoyo y alcahuetería, comprensión y dependencia...son muchas "trampas" en las que nuestro amor por la profesión y por ende, por los chicos y chicas, a veces nos hacen caer... es jugar entre lo subjetivo y lo objetivo... complicado!

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